¿Hasta dónde puede llegar la lealtad de los perros?

Los vínculos que se crean entre el perro y su dueño pueden llegar a veces a traspasar las fronteras de este mundo. Muchos han oído hablar del perro de Abraham Lincoln, que se puso a correr como loco alrededor de la Casa Blanca minutos antes de que a su dueño lo asesinaran. O el perro de Lord Carnarvon, descubridor de la tumba de Tutankamón, que horas después del fallecimiento de su amo aulló y murió repentinamente.

También hay casos menos famosos, como el de “Sandy”, en Reino Unido, una Labradora de trece años que veló a su dueño casi un mes hasta que los encontraron a los dos. O el de “Lizzie”, que permaneció junto al cadáver de su dueño durante diez días. Pero veamos algunos casos con un poco más de profundidad.

Joseph Tagg era un guardabosques jubilado de 81 años que salía habitualmente a pasear por los montes con su perra “Tip”. En uno de esos paseos se dejó la vida, pero los grupos de rescate no le localizaron. Estuvo desaparecido hasta que dos pastores encontraron su cuerpo, casi cuatro meses más tarde. Durante todo ese tiempo, “Tip” permaneció a su lado soportando la crudeza del invierno. La hallaron aún viva, aunque en un estado lamentable. Afortunadamente, el sobrino de Tagg la adoptó y vivió su último año envuelta en todo tipo de mimos y comodidades. En honor a su lealtad, se le premió con la Medalla de Bronce de la Liga de Defensa Canina y se le erigió un monumento junto a las tranquilas aguas del embalse de Derwent Dam, en Derbyshire, Inglaterra, cuya leyenda reza: “En memoria de la devoción de “Tip”, la perra ovejera que permaneció en el páramo de Howden junto al cadáver de su amo muerto, Mr. Joseph Tagg, durante quince semanas, del 12 de diciembre de 1953 al 27 de marzo de 1954”.

Otro conocido caso es el de Bobby. Cuenta su esposa, Molly Perffet: “Mi marido sufrió una grave apoplejía en 1988 y murió en el hospital dos semanas más tarde. Después de su entierro en el jardín de una iglesia cerca de casa, “Joe”, el perro, desapareció durante horas y luego descubrimos que estaba sentado junto a la tumba de mi marido”. Este perro permaneció durante catorce años junto a la sepultura del que fue su dueño en vida.

Fuente: elmundodelperro.net